Antifaz

post-header

El fantasma de otro populismo ronda por ahí: andar prometiendo penas y castigos. Endurecer las palabras, acusar de criminales a los adversarios, acosar con descalificaciones a una candidata (como Nestora). La impunidad de la palabra fácil y la cantaleta de la mano dura. Ahí tienen el caso del ciudadano priista José Antonio Meade, que dice que a los malos les dará mucha cárcel, les quitará el dinero y que nos lo regresará en becas.
Es obvio que en campaña cada candidato dice lo que imagina ganará más votos, que todos se llenan la boca de promesas y que se inflan como guajolote con el típico: yo sí sé cómo.
Pero, cuando un alguien enarbola con tanta energía el supuesto valor de ir contra criminales ¿no importa en algo haber sido el encargado del sector financiero del país dos veces en sexenios distintos? ¿No deberíamos conocer qué resultados logró esa persona para golpear el bolsillo de narcotraficantes y corruptos? Dudo de la determinación de Meade frente a la criminalidad, a partir de sus propios resultados. Vamos por partes.

1.- El tamaño del pastel

Un estudio de Global Financial Integrity, una institución con sede en Washington, señala que México ocupa el tercer sitio dentro de las primeras 20 economías emergentes en exportar flujos de capitales ilícitos, sólo después de China y Rusia.
Sólo en 2013 hubo fugas ilegales por 1.1 billones de dólares, principalmente a paraísos fiscales como Suiza, o las Islas Vírgenes Británicas. Ese dinero se generó en nuestra economía, pero aprovechó las grietas y tuberías para irse sin dejar los impuestos que corresponden. Algo ha venido corrigiendo el SAT, pero de que la fuga es grande, la verdad es enorme.
Otro dato, la ASF y el SAT estiman que la evasión fiscal le ha costado a México hasta 3% del PIB. Mientras que diversos estudios dicen que la corrupción en el país se chupa hasta el 10 % del PIB. O tengan en cuenta los descomunales montos que la ASF ha observado (encontrado irregularidades) al gasto de gobernadores. Tomen el caso de Veracruz, con Duarte, por ejemplo, las toneladas de evidencia que la ASF presentó sobre el gasto de 17,000 millones de pesos. Los expedientes del INE por financiamiento ilegal de la campaña del 2012. Incluso las redes de empresas fantasma recientemente reveladas por Animal Político y MCCI.
En suma, entre corrupción, crimen y flujos ilícitos hablamos de cantidades estratosféricas. La capacidad de violencia y despliegue criminal está relacionada con la solvencia financiera del sector.

2.- Pero ¿qué ha hecho el gobierno de Enrique Peña Nieto –al que perteneció Meade- frente a tal situación?

Realmente poco, por no decir nada. Y eso no es cosa menor, porque José Antonio Meade precisamente viene del sector financiero. Aunque, de hecho, lo cierto es que la capacidad del gobierno mexicano para pelear contra la economía criminal es mínima. Y esta falla estructural viene de hace tiempo.
Tomemos el caso de los defraudadores fiscales. En total, en 2 años (2014 y 2015), la Procuraduría Fiscal de la Federación consiguió 454 consignaciones, obtuvo 88 sentencias condenatorias y la recuperación de poco más de 78 millones de pesos. Pero la ASF y el SAT calculan que en esos mismos años se evadieron 430,000 MIL millones de pesos. Sopas: 78 millones recuperados frente a 430,000 evadidos.
Hablemos del lavado de dinero. En el tercer informe de gobierno, Enrique Peña Nieto presume que la reforma financiera permitió que se bloquearan 407 millones de pesos y 5 millones de dólares de dudosa procedencia, y que se logró el aseguramiento de 260 millones de pesos y 115 mil dólares.
Para poner la cifra en perspectiva, los dólares bloqueados y asegurados (con inteligencia financiera) por el gobierno de México son una diezmilésima parte (el .012%) de los ingresos de los cárteles del narcotráfico (estimados por el gobierno de Estados Unidos en 40 mil millones de dólares). La proporción en este caso es ridícula.

3.- Y a todo esto ¿qué onda con la inteligencia financiera?

No hay que hacerse bolas, es tan poca que alcanza apenas para los enemigos políticos, así que nunca pueden o sólo pueden cuando quieren. ¿Dónde quedó ese aparato de inteligencia financiera que reveló las triangulaciones y operaciones sospechosas e inusuales de Elba Esther Gordillo? ¿Dónde el que iniciara investigaciones contra Marcelo Ebrard? ¿Qué pasó a las investigaciones contra Padrés y su hijo? (En esas el gobierno federal se rajó) ¿En qué va el juicio de Andrés Granier? (Les cuento: va perdiendo) ¿Por qué no logran la recuperación de los bienes incautados en Estados Unidos a la familia de Moreira? (No se enojen: ni siquiera los reclamaron).
Es obvio, la capacidad institucional para investigar las finanzas criminales es ridícula. Y Meade fue el máximo encargado de ese sector.
Pero que conviene decirlo claro: la inteligencia financiera fracasa no por accidente, sino como parte del pacto de impunidad. Y frente a esta evidencia, José Antonio Meade repite una fórmula prometer penas más duras, cárcel, decomisos y bla bla bla. Se llena la boca de promesas de que hará en el futuro cosas, cuando en sus manos ya tuvo la oportunidad de dar resultados y no lo hizo. Puro populismo… en este caso penal y financiero.

Entrada anterior
Siguiente entrada
Entradas relacionadas