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Por Ixchel Cisneros
Si vives en México, seguramente ya fuiste víctima de algún delito. Te robaron el celular en el metro, te asaltaron en el microbús, le robaron alguna autoparte a tu coche, te asaltaron con violencia, sufriste alguna agresión sexual, te pidieron dinero para dejarte trabajar o conoces a alguna persona muerta o desaparecida. Sí, así de gacha es nuestra realidad.
Yo, en los últimos 6 años he sido víctima de acoso en el transporte público, me robaron mi bolsa y teléfono celular a punta de pistola, allanaron las oficinas donde trabajo y me atropellaron y dejaron tirada a la mitad de la calle.
En todos los casos levanté una denuncia pero, ¿quéeee creeeen? En ninguno de ellos encontraron a las o los responsables. Esto no es una novedad, según el Índice Global de Impunidad 2017 somos el país con mayor impunidad de América Latina y el cuarto en el mundo.
En este contexto, se habla mucho de la palabra impunidad pero, ¿qué es? Bueno, pues en resumen es que una víctima no reciba justicia y quien cometa algún delito no sea castigado. Pan nuestro de cada día, ¿no? Y por lo menos en mi percepción, la razón de por qué la clase política sigue robando sin control, los criminales son los dueños de ciertas zonas de nuestro país, continúan desapareciendo y matando personas, etcétera.
Por ejemplo, si una mujer denuncia la agresión de su pareja y las autoridades únicamente le dan el avión y la regresan a su casa con el agresor, es muy probable que este se dé cuenta que en México “no pasa nada” si violentas a las mujeres. Así que lo seguirá haciendo con posibles resultados fatales y quienes no le dieron el apoyo se convertirán en cómplices y promotores de la violencia.
O si alguien tiene en su loca cabecita la idea de matar a un periodista y revisa los asesinatos previos, se dará cuenta que de los más de 100 casos, no hay uno solo resuelto, cuestión que seguramente le dará aliento al futuro asesino para continuar con su plan.
Así de ruda es la impunidad, cometes un delito porque se puede, porque es muy probable que nunca te atrapen.
La cuestión acá es que todos los ejemplos anteriores, cuando fueron denunciados, tuvieron que haber pasado por una procuraduría o fiscalía donde su gente debió recolectar y procesar pruebas, hablar con testigos, ir con especialistas y armar un caso robusto con tal de encontrar y enjuiciar a las o los culpables. Pero, en México, esto no sucede porque dichas instituciones son débiles y están llenas de vicios y personas sin preparación –no todas, sí muchas-.
Por ello, decenas de organizaciones sociales y empresariales, y cientos de ciudadanos nos reunimos en el Ángel de la Independencia para exigirle a los candidatos a la presidencia que le bajen al rollo y se pongan a trabajar en lo que consideramos esencial para que este país avance: la transformación de las procuradurías en fiscalías realmente autónomas con personas capaces y dispuestas a trabajar por un México más justo.
Y no, todo eso no se logra nada más quitando el pase automático y poniendo a un “buen fiscal”, se necesita una operación a corazón abierto que limpie todo lo enfermo y nos dé instituciones donde se investigue, se sigan protocolos, se respeten los derechos humanos de los detenidos, se procesen bien las pruebas, se les dé presupuesto suficiente, que no dependan del partido en el poder ni de la clase política; que vean por las y los ciudadanos y le den a las víctimas la justicia que tanto han anhelado.
Andrés Manuel, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, si tanto quieren gobernarnos, les exigimos que muevan a sus bancadas en el congreso y reformen el artículo 102 de la Constitución para lograr una #FiscalíaQueSirva.

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