Antifaz

post-header

Lo sucedido el 3 y 4 de mayo de 2006 es, para muchos, historia. La protesta social compuesta por “criminales” y el estado mexicano vestido de policía replegado en la carretera o allanando casas. Para 11 mujeres, 11 años después, aún no termina.
Por defender su tierra y su trabajo, campesinos de San Salvador Atenco, Estado de México, entre ellos mujeres y niños, fueron brutalmente sometidos por la policía estatal y federal. Tortura sexual, violencia innecesaria y detenciones arbitrarias son algunas de las determinaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de lo que sucedió. No es necesario narrar de nuevo los hechos en este espacio, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, implacable defensor de las víctimas de Atenco, lo hace de manera clara y sintetizada a lo largo de 44 páginas que son lectura obligada (http://centroprodh.org.mx/rompiendoelsilencio/).
De lo atroz del caso, hay dos factores, en mi opinión, de alta importancia. El primero, cortesía de los últimos tres presidentes, jamás lo olvidaremos. La pelea por expropiar las tierras fue para construir un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. No existe mejor ejemplo de lo que se repite incansablemente en este país: las violaciones a los derechos de los campesinos y de las más débiles frente a la justicia, disfrazadas de progreso. O una noción de progreso para unos cuantos, a costa de violencia para muchos.
El otro factor de importancia se traduce a un término que se agrega a nuestro vocabulario cotidiano: la tortura sexual. Once mujeres detenidas aquellos días no solo fueron acusadas por delitos que no cometieron, fueron agredidas sexualmente. La mano dura, es lo de hoy. No importan los medios cuando se trata de obtener una confesión, un culpable o una cara que no sea la del Estado. Sin embargo, estas mujeres no han desistido en su denuncia y eso es motivo de esperanza. Las organizaciones y personas que las han apoyado, son motivo de esperanza.
El 16 y 17 de noviembre sus voces fueron escuchadas ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ante el mundo. Quedó claro que en México se cometen crímenes de esta índole y que son ignorados no sólo por la justicia sino por una gran parte de la sociedad. Mientras estemos dispuestos a que el “orden, la seguridad y la justicia” se normen bajo estas condiciones, seguiremos atropellando los derechos de muchos, de la mayoría. Hagamos el ejercicio de escuchar, aunque incomode y duela.
Si no escucharon en su día los testimonios de estas mujeres, aún están a tiempo hacerlo. Aquí la liga: https://www.youtube.com/playlist?list=PLvRV2fHhOTWyk9kHfSFUZP5G7KNgjx5du
 

Entrada anterior
Siguiente entrada
Entradas relacionadas