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La aparente novedad en la propuesta política de la alianza electoral Por México al Frente es gobernar bajo un gobierno de coalición. Un reciente spot del PRD dice que “cambiar nuestro régimen político por un gobierno de coalición, es la propuesta más revolucionaria de estas elecciones”. Una afirmación a la que hay que poner contexto, porque ni se cambiaría el régimen político de gobierno ni es una propuesta revolucionaria. Para entender la coalición que propone el Frente hay que revisar sus aparentes causas, su estado actual y su posibilidad de futuro.
Dicen quienes esto proponen que las coaliciones han sido exitosas en Chile y en Alemania, y que en esos casos se unieron ideologías distintas con un mismo propósito. Justifican la alianza entre izquierda y derecha en México en experiencias ajenas. Sin embargo, las realidades de procesos históricos concretos no pueden ser trasladadas sin más a otras circunstancias políticas. En Chile se unieron en la llamada “Concertación de Partidos por el No” agrupaciones políticas de distintos orígenes ideológicos, con el propósito de derrocar en el plebiscito de 1988 a Augusto Pinochet. Esta alianza duró hasta 2014. Por su parte, Alemania tiene un sistema de gobierno parlamentario, por lo que las alianzas surgen para formar gobierno, una vez que suceden las elecciones. Es decir, para conformar un gobierno se necesita mayoría en el parlamento, que obliga a las fuerzas políticas, que se presentan solas ante el electorado, a coaligarse, como es el caso de Angela Merkel desde 2005.
En el presente proceso electoral las tres principales fuerzas políticas conformaron coaliciones, de aquellas que la ley denomina como parciales. Es decir, postularon al menos el 50% de candidaturas bajo la misma plataforma electoral. Estas coaliciones difieren sustancialmente de lo que implica un “gobierno de coalición”. Se trata de alianzas electorales cuyo propósito es elevar su competitividad y que terminan el día de la elección. La ley no obliga a quienes se coaligaron electoralmente para sostener esa alianza. En ese sentido, nada diferencia, al día de hoy, a las tres coaliciones: Por México al Frente, Juntos Haremos Historia y Todos Por México.
La posibilidad de un gobierno de coalición está puesta para cualquiera de los candidatos o candidata que gane. Margarita Zavala sin duda echaría mano de esta figura en el improbable caso que gane. Para ello, el Presidente ya en funciones puede optar en cualquier momento por un gobierno de coalición con uno o varios partidos representados en el Congreso de la Unión. Estas coaliciones se regularán por los programas y convenios respectivos, que deben ser aprobados por la mayoría de la Cámara de Senadores. La letra de cambio para los coaligados son las Secretarias de Estado, en tanto que es el propio Senado el que aprobaría la conformación del gabinete con excepción de los ramos de Defensa Nacional y Marina. Así que, quien sea que resulte ganador puede optar por un gobierno de coalición.
La coalición de gobierno encuentra su razón de ser en los llamados gobiernos divididos, en los que el Presidente no tiene una mayoría estable en el Congreso, como es el caso en México desde 1997. Existe la presunción que, ante ello, se genera una parálisis de gobernabilidad frente a la imposibilidad de procesar acuerdos e iniciativas. La falta de mayorías en sí misma no es el problema, sino la responsabilidad de las minorías y la oposición. En cualquier caso, una coalición de gobierno, de suyo, implicaría mucho poder para quien ocupe la presidencia, en tanto que presupone concesiones por parte del legislativo, con lo que la función esencial de contrapeso institucional entre poderes se diluiría en los acuerdos cupulares.
La propuesta de la coalición Por México al Frente no debe ser vista como algo revolucionario ni mucho menos como un cambio al régimen político. Hoy, no es más que una alianza electoral como las otras, cuyos orígenes no se asemejan a las experiencias históricas chilena o alemana. En su mezcolanza ideológica se diluyen los principios que significaron a las dos principales fuerzas políticas que la componen. En caso de ganar, será un triunfo del pragmatismo político. Sin embargo, puede ser un modelo de gobernabilidad que de estabilidad a nuestro sistema político. La propuesta del PAN-PRD-MC es crear una gran alianza de gobierno; la pregunta que debe responder es ¿para qué?

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