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**AUTOR: JAVIER TALAMÁS

I. El alba

Si alguien buscase en el diccionario la definición de alba, encontraría que dicho término alude a «la primera luz del día antes de salir el sol». Es también un lugar bastante frecuente en la poesía. Con toda razón: los labios del sol quiebran el firmamento, e irrumpe su fuego sobre el cielo; un beso al filo del horizonte. Trémula llama que postra a su merced el mar, la montaña, y a la ciudad. Esos elementos poéticos consagran el instante con el que suelen comenzar nuestras vidas. ¿Qué nos anuncia esa luz y sus bondades calurosas cuando se filtran las partículas a través del cerro o la ventana? Es presagio de algo nuevo, pero también es el recuerdo de un ciclo que reinicia. La melancolía del ocaso se esfuma de pronto cuando vemos al sol que se dispara hacia los cielos. Vocanova –editorial de reciente creación y la cual el autor de estas líneas (u otra versión de él) intenta dirigir–, pretende ser ese alba para la cultura; un alba que pueda alumbrar nuevamente sobre todo aquello que la especialidad y el credencialismo tienden a separar: las artes, la política, y la sociología.
Al tiempo de alumbrarlas, también queremos regresarlas a su estado natural: a la trascendencia más pura, a la diversión más inocente; y a su vez, ser instrumento de cambio social.
Precisamente por eso nuestra misión es transformar el mundo a través de toda expresión artística (cine, música, danza, arquitectura, poesía, pintura, deporte, gastronomía, etcétera). Esta transformación no es para nosotros un mero eslogan: es nuestro compás. ¿Románticos? Tal vez, pero al hacer alusión al mundo, no hablamos del mundo como planeta, sino a la visión y al ambiente dentro del cual nos movemos como sociedad: el mundo que cada persona carga en su cabeza.

II. La voz

Ezra Pound se pregunta si la literatura –o el arte– tiene una función en el Estado. La tiene, y no es –como bien señala– la de «obligar o persuadir mediante la emoción, o intimidar o reprimir a la gente para que acepte unas opciones en lugar de otras opiniones contrarias; tiene que ver con la claridad y el vigor de todos y cada uno de los pensamientos y opiniones».
La democracia, esa que nos había hecho civilización, resulta ser ahora un obstáculo: para las libertades, para los derechos humanos, para el arte. Y esta visión antagónica de la democracia tiene fatales consecuencias en nuestro pensamiento; en nuestra conciencia colectiva. Vocanova es, por tanto y sobre todo, una respuesta retadora, con alma rebelde —en el buen sentido de la palabra—, que nace para enfrentar los fenómenos culturales, visiblemente limitados por la falta del pensamiento crítico. Busca también incentivar y empujar la pluralidad política y artística que tanto necesita México.
Aristocrática se ha vuelto nuestra vida en México en todos los sentidos y en todas las gamas posibles. Nos han convencido: solo algunas personas pueden hacer y disfrutar del arte (como nos han convencido que solo algunas pueden tener derechos). El privilegio de opinar se ha volcado y se ha convertido en imposición de la verdad.
¿Derechos? Solo para algunos y algunas. Lo demás sobra. Así, la política hecha religión nos ha fallado; esa fe depositada en un mecanismo meramente de convivencia se quemó hace tiempo, y humeando todavía, nos sofoca. Si algo aún nos da oxígeno, es la libertad de expresarnos a través de la catarsis —según le ha llamado Aristóteles— que produce el arte.
Porque ultimadamente, eso somos: una obra perfecta del azar, o del cosmos, o de un dios o varias diosas, pero una obra, al fin y al cabo. No somos lo que quieren las empresas (reducirnos a utensilios, máquinas, escindidos de nuestra personalidad), los políticos (reducirnos a ganado electoral), o la sociedad (reducirnos a modos y formas): somos ARTE. Sí, el capitalismo y los sistemas políticos son necesarios, pero solo en cuanto a que nos ordenan como sociedad; nos enseñan a convivir.

III. La balanza

Entre lo idealista y romántico, y lo realista y lo práctico; entre la armonía y la diversidad; entre la tiranía y la pluralidad; la balanza que todo pesa, todo nivela: la crítica. Esa que Alfonso Reyes llamó “aguafiestas” por ser «recibida siempre como el cobrador de alquileres, recelosamente y con las puertas a medio abrir»[1], es necesaria, y tal vez ahora más que nunca.
En Vocanova apostamos, precisamente por eso, a la cultura del autor frente a la cultura de las credenciales (Zaid). Porque en este mundo que todo se impone a base de trazos bien marcados; a base de una calle ya andada hasta el hartazgo, hay algunas personas que se desvían y entran a la maleza para abrir su propio paso; a machetazos, si se permite la metáfora. Sin esa conciencia crítica, pocos caminos nuevos se habrán de abrir.
Nuestra tarea no es una sencilla: en el mundo del pulgar cibernético, que todo lo absorbe, y todo lo manda, es difícil regresar a un espacio que no apueste por lo desechable o el contenido light. Pero creemos que vale la pena; o al menos, cuestionarnos si lo vale.
Invitar a pensar y repensar el arte a través de estos y estas autoras tan diversas que colaboran en nuestra plataforma es incentivar la crítica. Y ésta, quizá si no es recibida recelosamente, podría abrirnos una perspectiva distinta a…
Si la diversidad del arte no impide su unidad, y más bien la subraya —como Paz sostenía—, también lo es igual con las personas: nuestra diversidad solamente subraya nuestra grandeza. Haremos que la sociedad sea una que gire en torno al arte y a las ideas, no una que las rehúse.
Los invito a seguir a Vocanova[2], que no es más que el reflejo de su voz, ya hecha arte.

*Nota: el presente texto fue reeditado por el autor para la presente edición; se publicó por primera vez en la revista digital a la que alude en su texto bajo el nombre “El alba de una nueva voz”. Se modificaron y se suprimieron algunas cuestiones.
[1] Alfonso Reyes, “Aristarco o anatomía de la crítica”, Fondo de Cultura Económica, México, 2005.
[2] Redes sociales: @vocanovamx
Homepage: www.vocanova.com.mx

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