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Por Patricia de Obeso

Lo hicieron de nuevo, se robaron el dinero para los damnificados. Un reportaje de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad reveló que el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (BANSEFI), institución encargada de repartir los recursos del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) a los damnificados de Oaxaca y Chiapas por los terremotos de septiembre, fue responsable de que acabaran en otras manos. Se expidieron más de 3,000 tarjetas con nombres repetidos y antes de que llegaran a sus destinatarios, ya las habían saqueado en otros estados.
“Clonaron las tarjetas dije, es una práctica común en México”, “el dinero ahí está listo para ser depositado en el lugar correcto”, “no hay ni un peso perdido, ni uno solo”. Estas declaraciones son ni más ni menos que del hoy titular de BANSEFI, Virgilio Andrade, caricaturesco personaje que absolvió a Peña Nieto del caso de su multimillonaria casa blanca. El chiste se cuenta solo.
En México, los círculos de corrupción e impunidad tienen la capacidad de dar varias vueltas, porque una vez no es suficiente.  En estados como Oaxaca y Chiapas, donde abunda la riqueza en recursos naturales, turismo y cultura, muchos de sus habitantes viven en extrema pobreza, en casas que se inundan, entierran o derrumban ante cualquier fenómeno natural.
“No podemos dejar pasar la oportunidad”, piensa el gobierno. Que el Presidente vaya inmediatamente, se arremangue y se tome la foto entregando tarjetas con dinero. Recientemente, se cumplieron tres años de que los huracanes Ingrid y Manuel azotaran Guerrero. Un artículo de Proceso dio cuenta de que hasta hoy, más de 7,000 viviendas no han sido reconstruidas y los recursos del FONDEN no aparecieron este año.
La Comisión Nacional Bancaria y de Valores señaló que BANSEFI no tiene los mecanismos suficientes para dar cuenta de los recursos destinados a los damnificados. No hay una sola excusa que valga. Además de lucrar políticamente con la desgracia, el gobierno no ha sido capaz de hacer efectiva la entrega de recursos (por dar el inmerecido beneficio de la duda) y como siempre, no pasa nada. ¿Por qué no se emplean todos los esfuerzos en hacer las cosas bien, aunque sea en esto? ¿Por qué lo permitimos?
Nos urge velar por los recursos del FONDEN y nos urgen procesos claros y transparentes para evitar que quienes son las principales víctimas de estos desastres sean victimizados tantas veces. En tiempos electorales, es momento de que como ciudadanos elevemos nuestro juego y hagamos cuestionamientos a la altura de la situación. Este caso lo merece.

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