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¿Qué es lo que nos genera tanto estrés ante la pandemia del Coronavirus?

Somos muy empeñosos en moldear nuestro entorno y comprender la realidad. Hacemos esfuerzos por explicar los acontecimientos que modulan nuestras vidas. Pero somos incapaces de reconocer que prácticamente nada depende de uno mismo.

Nuestra vida, la humana, es una lucha constante entre el control y la incertidumbre. En tiempos de estabilidad, la capacidad de predecir el futuro inmediato otorga tranquilidad y certeza. En cambio, cuando la inestabilidad es la nota clave de una época, la ansiedad se apodera de generaciones completas.

El caso con la pandemia es que conocemos poco o casi nada. Todo está en el terreno de los supuestos, las hipótesis y especulaciones. Y eso genera una gran incertidumbre que, a su vez, provoca enormes estados de angustia y frustración. Y es normal que así suceda, porque las premisas de la epidemia, se dirigen en contra de nuestra propia capacidad de adaptación:

1.- Hay riesgo de muerte. No sabemos en qué dimensiones, pero la información disponible muestra que si lo hay.

2.- Eso nos revela como vulnerables. Es decir, no podemos hacer mucho ante esta circunstancia y estamos a expensas de otros (los gobiernos), para remediar la crisis.

3.- Lo que reitera nuestra implícita falta de control sobre nuestro entorno.

4.- Por eso es que muchas discusiones giran en torno a las medidas que se deben tomar, propias y ajenas, para reducir el riesgo.

En el afán por dominar nuestras vidas, intuimos causas, suponemos razones y afinamos conclusiones que nos permitan asumir un sentido de control. Pero en el mayor de los casos, son solo percepciones, porque si de algo debemos estar seguros, es que controlamos muy poco o casi nada. Tal vez lo único que hoy depende de nosotros es quedarnos en casa, como medida de contención.

Y hay razones para pensar que no será una catástrofe planetaria. Aun así, la vulnerabilidad humana se revela profunda e inmediata ante cualquier desbalance en la estabilidad histórica que hemos creado como especie.

Dijo el filósofo alemán Hans Blumenberg que el hombre “es un ser vivo riesgoso que puede malograrse a sí mismo (…) El humano es la improbabilidad en carne y hueso. Es el animal que a pesar de todo vive”.

Tal vez nuestra improbabilidad, derive de ese instinto por controlar nuestro contexto. La pandemia da para reflexionar sobre nuestra fragilidad y que, a pesar de todo, viviremos.

 

Foto: Gustavo Graf

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