Por Ixchel Cisneros
Ellos reían mientras tomaban la palabra y votaban, hacían chistes como si fuera una broma. Yo, rechinaba los dientes de rabia (suelo hacer eso cuando me enojo mucho). A favor, a favor, a favor, así 18 diputados y diputadas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), del Partido Acción Nacional (PAN), del Partido Encuentro Social (PES) y Nueva Alianza (NA) votaron en la Comisión de Gobernación la aprobación de la Ley de Seguridad Interior.
Y mira que nuestros legisladores presumen tener un parlamento abierto, pero a los integrantes de la sociedad civil organizada que pedían estar en la discusión no les permitieron la entrada. Es más, les echaron a los de seguridad de la Cámara para que los vigilara.
La ley después pasó a ser “discutida” por todos los diputados y diputadas. Al final, fueron más de 200 los que votaron a favor y la aprobaron a pesar de que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) les dijo que favorecía el uso discrecional de las fuerzas armadas, que los relatores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de los Estados Americanos les advirtieron que era una mala idea. Aun así, no les importó y la pasaron sin más al Senado. Y como ya se sabe, ahí también la aprobaron.
Y, ¿por qué me molesta que el Ejército esté en las calles, a pesar de que están muy bien calificados en los niveles de confianza de los mexicanos?
En principio porque la estrategia no ha funcionado, pasamos de más de 10 mil homicidios al año en 2007 a 23 mil en 2016 y este año estamos a punto de romper récord. Tenemos a más de 33 mil personas desaparecidas y hay estados como Guerrero, donde el Ejército tiene presencia desde hace 40 años, en los que los índices de violencia suben y suben sin freno.
Además, porque las fuerzas armadas están entrenadas para matar y no nada más matan a “criminales”, también lo hacen con civiles, o “daños colaterales”, como les llama el expresidente Felipe Calderón. Según un estudio de académicos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), a partir de cifras oficiales en el periodo 2007-2014, el Ejército mata a 8 civiles por cada herido.
Por otro lado, si nuestros congresistas hubieran leído algo sobre la historia del mundo se darían cuenta que nunca ha sido buena idea darle a las fuerzas armadas las funciones de seguridad.
Ah, pero eso sí, los gobernadores pide que pide que aprobaran esta ley, según porque no han podido con el paquete de la seguridad, pero no proponen mejorar sus policías y acabar con la corrupción e impunidad en sus estados, eso, es tardado y les causa más problemas.
Pero, ¿qué se aprobó y por qué todos deberíamos de estar alarmados?
Pues una ley que permitirá que los militares se hagan cargo de la seguridad pública hasta que así lo decidan porque no tiene un término definido (artículo 15), le da facultades a las fuerzas armadas para que la hagan de policías (artículo 6), les permite intervenir en protestas que ellos no consideren pacíficas -lo que quieran decir con eso- (artículo7).
Además no tiene controles para verificar el respeto de los derechos humanos, ya que señala que la CNDH únicamente será notificada si algo así sucede. Fomenta la opacidad porque asegura que la información sobre “medidas de seguridad interior” (lo que quieran decir con eso) será confidencial (artículo 7).
Omite exigir a las autoridades estatales y municipales fortalecer a sus policías civiles (artículo 23), amenaza a los organismos constitucionales autónomos, incluyendo al Sistema Ombudsman, al disponer que estos deberán entregar la información con que cuenten en contextos de afectaciones a la seguridad interior. Es decir, le podrían pedir a la CNDH o las comisiones estatales de derechos humanos que den información sobre víctimas y sus familias (artículo 31).
Y por si fuera poco, en un país donde espían a periodistas y personas defensoras de derechos humanos, fomenta la intervención militar en áreas de inteligencia civil (artículo 30).
Esta ley es gravísima y no porque lo diga yo, arriba ya me refería a ello. Esta ley cambiaría para mal nuestra forma de vivir. Ahora un militar podría ser quien te detenga en la próxima manifestación a la que vayas, un marino podría aprehenderte en la calle, las fuerzas armadas podrían espiar lo que grabas, dices y haces con tu celular, un militar podría, como en Tlatlaya, matar a una veintena de jóvenes a pesar de que se hayan rendido y nadie se enteraría por la opacidad.
¿Quieres en serio salir de tu casa y toparte con un tanque lleno de militares?, ¿qué tus hijos e hijas se acostumbren a verlos con sus armas largas?, ¿quieres que se acostumbren a la violencia? Yo no, yo no quiero vivir en una zona de guerra, yo quiero vivir en un país donde mis policías hagan bien su trabajo, donde sean bien pagados y estén capacitados, donde los índices de violencia disminuyan, donde no haya más muertos, QUIERO VIVIR EN PAZ.
¿Qué podemos hacer? Todavía podemos lograr que de derogue. Ya hay dos sentencias de amparo que la declararon inconstitucional. También hay varios procesos de inconstitucionalidad en la Corte. Informémonos, exijamos al nuevo Congreso que la revierta.
Elevémosle el costo a todos y todas las que votaron por una ley que lo único que traerá será más violencia.
¡Ah! Y no olvidemos las caras y nombres de quienes aprobaron esta ley al vapor, entre risas, como si se estuvieran burlando de todos nosotros.
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