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Por Miguel Pulido
Una nueva loza aplasta la credibilidad de la PGR: la cadena de pifias y la desprolija actuación contra Ricardo Anaya. Así es el PRI, usan facciosamente a una institución que está a punto de la asfixia, y con ello la sumergen en la peor crisis de legitimidad desde que los miembros del Grupo de Expertos Independientes (GIEI) revelaron un amplio expediente de inconsistencias y errores en las investigaciones de los estudiantes de Ayotzinapa. Y eso ya es decir bastante.
Aquí algunos antecedentes:
1.- La PGR tiene un problema estructural de confianza 
El Informe País Sobre la Calidad de la Ciudadanía en México (INE, 2015) encontró que cuando se trata de investigar delitos, la gente no confía en las autoridades ni para el primer paso: la denuncia. El informe sostiene que 61% de los mexicanos que fueron víctimas de un delito o que viven con una víctima del delito no denunciaron; sólo el 39% sí lo hizo. 63% de los mexicanos no denunció porque “no sirve de nada”; 52%, “por falta de confianza en las autoridades”; y 40%, “por malas experiencias con las autoridades en el pasado.
2.- Los problemas de la PGR no son de coyuntura, sino de estructura
La reconocida académica Ana Laura Magaloni ha dicho que “el sistema de persecución criminal mexicano se diseñó para funcionar en un contexto político autoritario”. Por lo que tenemos “una procuración de justicia obsoleta, ineficiente e impotente para alcanzar resultados medianamente satisfactorios para la ciudadanía”.
Cuando la PGR tiene que investigar delitos y crímenes que involucran servidores públicos es aún más torpe. Marco Fandiño y Vanessa Doren, señalan en Consideraciones sobre la capacidad de persecución penal de la Procuraduría General de la República que: “la PGR, bajo su ubicación institucional actual, no tiene la capacidad de resguardar a la ciudadanía en aquellas violaciones de derechos en las que existe algún grado de responsabilidad de funcionarios públicos.”
3.- Está mal la cabeza, el cuerpo, toda la PGR
No hay noticia en el asunto. Gabriela Knaul, Relatora Especial de la ONU sobre independencia de jueces, lo señaló en su último informe con total contundencia: “en México, la falta de recursos financieros y humanos y la ausencia de una adecuada profesionalización, preparación y formación del personal policial y del ministerio público son los mayores retos para el sistema de administración de justicia en el país”.
4.- Una vez más, la PGR embarrada en contexto electoral
No se remitan hasta el desafuero contra López Obrador, uno de los episodios más lamentables de la PGR. Recuerden los días que Peña Nieto era candidato. La PGR anunció un requerimiento internacional para localizar a Tomás Yarrington, un exgobernador priista investigado por narcotráfico en Estados Unidos. En una entrevista, se da el siguiente diálogo:
-Precandidato que nos pudiera comentar su reacción a esta acusación de la DEA contra el exgobernador Yarrington.
-(…) me parece que esta es una filtración, una especulación que ha ocurrido en plena campaña electoral (…) Ahora resulta que esta indagatoria se da -¿hace cuánto fue gobernador?- hace 7 u 8 años, justo cuando estamos en contienda electoral, lo cual despierta sospecha.
5.- El batidillo se hizo mugrero
Pocos recuerdan un nombre: Noé Ramírez Mandujano, ex titular de la entonces SIEDO, y que fue acusado de delincuencia organizada, pasó 5 años en prisión sin que se lograra comprobar delito alguno. Después de estas severas acusaciones, regresó a la vida pública al ser contratado como asesor de la procuradora Areli Gómez. Raro.
Pero más raro resulta que el responsable de su acusación y encarcelamiento sin pruebas, haya sido su exjefe, el entonces procurador Eduardo Medina Mora. Adivinó usted, al mismo que Enrique Peña Nieto hizo ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Esa mamarrachada es la PGR. Ya no es ni circo, si acaso comedia y barata.

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